PARAÍSO DE LA INFANCIA
A Belén, en el décimo aniversario de su nacimiento.
No hay espejo ni poema,
tesoro y alegría de la casa,
bocado tierno y dulce
golosina de mamá,
que pudiera hacerte ver
toda la belleza y el candor
que desprende, amable, tu sonrisa.
Tan ocupada como estás
jugando y aprendiendo
los más simples rudimentos de la vida,
te tienen sin cuidado
el valor y la medida de las cosas;
y así, cuando me miran
como joyas brillantes tus ojitos
y te aflora de oro y rosa
la sonrisa, me regalas
sin pedirme nada a cambio
lo mejor y más precioso
para darme que tenías.
Habitante de otros mundos,
con deleite y sólo, acaso,
con un punto de nostalgia,
en los límites estrechos
de tu mundo reconozco
aún sin sombra del abismo
la pura dicha y la ilusión.
Dos extremos hay del todo,
a cuál más, hoy, imposibles:
que tú juzgues la hermosura
que te deben estos versos
y que idéntica a la tuya
yo ver pueda una sonrisa
del cristal
al mirarme en el reflejo.
Lo que te falta, alegre criatura,
y lo que habrías perdido
indefectiblemente impiden
que tengas a un tiempo y que contemples
la sonrisa del poema y el espejo.
29 de Enero - 6 de Febrero de 2003