miércoles, 26 de octubre de 2011

Poema LXX

LA TORTUGA DE STEINBECK

Todos los niños tienen una tortuga en algún momento. Pero nadie la puede conservar. A fuerza de intentarlo sin parar finalmente un día escapan y se van... lejos, a algún lugar.
(John Steinbeck, Las uvas de la ira.)





Terquedad de tortuga,
lenta y sin pausa.
Por mucho que tropiece
nunca se cansa.

Si sembrado de obstáculos
halla el camino,
antes que a la razón
sigue a su instinto.

Si un peligro la frena,
entra en su concha;
cuando es ido, a su empeño
siempre retorna.

Rampas y desniveles
no la amedrentan:
aunque exista algún riesgo,
ella lo intenta.

Con el caparazón
vuelto de espaldas,
hasta no enderezarse
nunca descansa.

¡Oh, firmeza del ir
siempre adelante,
fracaso tras fracaso,
sin inmutarse!

Yo no sé si es amor
lo que la mueve,
pero la adversidad
no la detiene.

Con humilde paciencia
e inmensa calma
donde muchos se afligen
forja esperanzas.

La tortuga me impulsa,
muda, y me anima
a olvidar pesadumbres
y amar la vida.



20-24 de Octubre de 2011

miércoles, 12 de octubre de 2011

Poema XLVI

Pasaron los días de miel y de rosas.

¡Qué dulces pasaron!

Su suave recuerdo
se deshace en mi boca.



2 de Junio de 1998

martes, 11 de octubre de 2011

Explicación del poema "Los adioses"

Este post tiene una función primordialmente didáctica. Mi intención es que sirva de ayuda para cualquier persona que esté interesada o tenga curiosidad por conocer la interpretación que yo, como poeta y autor, le doy a un poema en concreto, es decir, cuáles son las claves que facilitarían la correcta comprensión de dicho poema.

domingo, 2 de octubre de 2011

Poema LXII

LOS ADIOSES

Triste un poso de amargura
no ha de ser, no,
el despojo
de una imagen bienamada.

Nunca la ilusión
que el tiempo y la distancia
poco a poco desvanecen
porque sigue de la vida
el latir
con un ritmo renovado y cadencioso,
o que —mayor crudeza— de golpe
se disipa ante los ojos
con tocar sólo el ideal
fantasma, fábrica del sueño;
nunca, por más que mares y montañas
se interpongan; conveniencias;
cerval miedo, inexplicable o soterrado;
indoblegable orgullo o tesón mutuo
en el absurdo o imposible
que es negarse; no,
por mucho que del alma se apodere
la probabilidad abrumadora
de estar o haber estado
absolutamente sola en la contienda,
nunca ha de ser
—aunque definitivamente
nunca pueda ser— la ilusión
triste despojo.

Hay que amar ante la misma tumba
hasta el polvo y las reliquias
de un amor,
si no es por lo que ya no es,
por lo que ha sido
y lo que ya te ha dado;
joya o alhaja singularísima
que, si es discreto, el verdadero amante
vive atesorando.



Noviembre de 2003

sábado, 1 de octubre de 2011

Cuando el amor acaba

El amor, en principio, todos podemos convenir en que es algo bastante irreal. No quiero decir que la persona que esté enamorada perciba su amor como irreal; antes al contrario, ese amor, más bien, tiende a convertirse para ella en la única realidad, lo único que de veras importa, aquello que acapara su atención y ocupa mayormente su pensamiento, lo que al despertarse cada mañana le mueve y anima y da sentido a la propia existencia.