martes, 1 de enero de 2013

Poema LXXIII

EL REENCUENTRO

a Mónica

Estar fundido,
fundido en tus brazos
en un abrazo sin fin,
como si el mito
tan hábilmente descrito
en su Banquete
por Platón
tomara cuerpo
en tu cuerpo y en el mío
y en ese abrazo,
dulce y cálido,
fuéramos al fin uno:
el ser único
que los dioses invictos del Olimpo
dividieron
—por su fatal soberbia—
antes que la estirpe
de los hombres, tal como somos,
pusiera el pie,
por vez primera, sobre la faz
mitológica y arcaica de la tierra.


Estar fundido, fundido en tus brazos,
sintiendo como de plumas,
de palomas muy próximas
al beso y al arrullo, el roce
y el aliento y el pulso levemente
sincrónico y el contacto
tan suave y caro y tibio de tu piel;
con la miel que hay en tus labios
y en mis labios
templar el ansia
que sienten nuestras almas —del espíritu
grácil llama— por tocarse:
lengua —o húmeda llama—
que, más allá del abrazo
y de la carne, halla
el conducto o vía
o entrada —cavidad íntima—
donde, su centro abandonando,
enfebrecida llama —o más dócil
y delicada— junta
o busca o encuentra otra
llama —o lengua o labio—, y así,
ambas almas
—o lenguas o llamas— entre sí juegan,
se acarician y parece,
en efecto, como si, con delirio,
se tocaran.

¡Vivísimo placer,
dulzura infinita,
sentir entre los dientes
tu alma con mi alma!


En un abrazo
sin fin, presente continuo
que nada consiente —ni ve—
más allá del mismo abrazo:
el pasado no existe,
y el futuro consiste, sólo, en estar
así abrazados,
mitad con mitad,
reencontrándonos
en ese ser mítico
—¿lo recuerdas?—, idealísimo
andrógino, de este amor nuestro
cifra y suma; este sencillo
amor nuestro,
que sólo pide
estar así fundidos, por siempre,
como palomas muy próximas
al beso y al arrullo,
en un abrazo sin fin.



24 de Noviembre – 28 de Diciembre de 2012


  1. NOTA: Para un mayor conocimiento del mito platónico, así como del significado preciso que se ha de dar al término «andrógino» en el contexto del poema, recomiendo la lectura de la descripción o resumen que hago, en mi otro Blog, en relación al supuesto androginismo que presentan los modelos de algunos cuadros de Caravaggio, como «El tañedor de laud».