domingo, 6 de julio de 2014

Poema LXXVII

DOS PALABRAS







Me despierto
remoloneando, ya
muy de mañana, entre las
sábanas y tú no estás.

Con los ojos sin abrir,
estirado
cuan largo soy, boca arriba,
despatarrado y con los
brazos abiertos, con gusto
deleitándome
en la molicie del blando
lecho —sabiendo que tú
no estás, sintiendo reciente
el calor
de tu cuerpo—,
me doy la vuelta y pronuncio,
a solas, en el secreto
y el silencio
de la alcoba —sin que ni
tú ni nadie pueda oírlas—,
dos palabras,
las mismas que ya conoces,
las de siempre,
aquellas que hace tan solo
unas horas
pronunciaba,
ya sabes cómo: en lo oscuro
de esta misma habitación,
apretándome
tanto a ti
y sintiendo, en el ardor
de esta noche de estío, el
calor de tu cuerpo, cuando
tan dulcemente —y no
una vez sólo, por cierto—
te besaba.



5 de Julio de 2014