martes, 6 de diciembre de 2011

Poema LXXI

ALMA

Tu belleza es tu alegría.

Mi alegría es tu belleza.

Tu alegría es mi alegría.



Como lámpara magnífica
de traslúcidos cristales
de colores, sabiamente
tallados, en mil facetas,
por la mano de su artífice,
que apagada, en la penumbra
de una sala, nada dice
a quien, casualmente, acierta
a mirarla de pasada,
y que, sin embargo, estando
encendida, no es posible
sustraerse a la hermosura
de su alegre colorido,
y a sus gamas y reflejos,
y quedamos admirados,
suspendidos, como absortos
en su luz incomparable
y su bello resplandor,
así, cuando tú estás triste
o en exceso imprimes muda
seriedad a tus facciones,
cuando un velo de desánimo
—o indiferencia o hastío—
se interpone en tu mirada
y es tu rostro como cera
por su fría palidez,
no te veo o sólo veo
la misma imagen, quizá,
que a ti no te gusta ver
en las fotos, los retratos...,
pero el día en que te muestras
con tu yo resplandeciente
—resplandeces, toda tú,
en serio, puedo jurarlo—
te comparo con el brillo
de la aurora, con sus tonos
y arreboles, y te encuentro
mejor; tu hermosura vence
al crepúsculo dorado
que en la tarde tiñe el cielo
con reflejos de carmín.

Ante el prodigio, mi asombro
crece y quedo cautivado:
¿cómo un alma en amorosa,
viva llama resplandece?


Tu belleza es mi alegría.

Tu alegría es tu belleza.

Mi alegría es tu alegría.



6 de Diciembre de 2011

jueves, 1 de diciembre de 2011

Poema LII

SÓLO TERNURA

Como anega en el valle
la corriente caudalosa
casas, prados y arboledas
si la industria detiene
del hombre
su variable curso incesante,
así, aunque súbito,
vino a cubrir este afecto
de mi memoria el fértil valle.

Bajo las aguas sosegadas
de un dulcísimo Leteo
como sueño se esfumaron
dolor, soledad,
desconfianza, cobardía,
difícil rencor, esperanza,
pasión o deseo...


Solos tú y yo en la mañana,
viva imagen imprevista.

Y una indecible ternura
sobre las aguas en calma
de un dulcísimo Leteo.



6 de Junio de 2000

miércoles, 30 de noviembre de 2011

La ternura como ingrediente imprescindible en el amor

Hace poco hablaba del amor en este mismo espacio como de «un sentimiento que rara vez se presenta puro y sin mezcla» y, acto seguido, afirmaba que «es mucho lo que, sin serlo, ordinariamente se confunde con el amor».

miércoles, 26 de octubre de 2011

Poema LXX

LA TORTUGA DE STEINBECK

Todos los niños tienen una tortuga en algún momento. Pero nadie la puede conservar. A fuerza de intentarlo sin parar finalmente un día escapan y se van... lejos, a algún lugar.
(John Steinbeck, Las uvas de la ira.)





Terquedad de tortuga,
lenta y sin pausa.
Por mucho que tropiece
nunca se cansa.

Si sembrado de obstáculos
halla el camino,
antes que a la razón
sigue a su instinto.

Si un peligro la frena,
entra en su concha;
cuando es ido, a su empeño
siempre retorna.

Rampas y desniveles
no la amedrentan:
aunque exista algún riesgo,
ella lo intenta.

Con el caparazón
vuelto de espaldas,
hasta no enderezarse
nunca descansa.

¡Oh, firmeza del ir
siempre adelante,
fracaso tras fracaso,
sin inmutarse!

Yo no sé si es amor
lo que la mueve,
pero la adversidad
no la detiene.

Con humilde paciencia
e inmensa calma
donde muchos se afligen
forja esperanzas.

La tortuga me impulsa,
muda, y me anima
a olvidar pesadumbres
y amar la vida.



20-24 de Octubre de 2011

miércoles, 12 de octubre de 2011

Poema XLVI

Pasaron los días de miel y de rosas.

¡Qué dulces pasaron!

Su suave recuerdo
se deshace en mi boca.



2 de Junio de 1998

martes, 11 de octubre de 2011

Explicación del poema "Los adioses"

Este post tiene una función primordialmente didáctica. Mi intención es que sirva de ayuda para cualquier persona que esté interesada o tenga curiosidad por conocer la interpretación que yo, como poeta y autor, le doy a un poema en concreto, es decir, cuáles son las claves que facilitarían la correcta comprensión de dicho poema.

domingo, 2 de octubre de 2011

Poema LXII

LOS ADIOSES

Triste un poso de amargura
no ha de ser, no,
el despojo
de una imagen bienamada.

Nunca la ilusión
que el tiempo y la distancia
poco a poco desvanecen
porque sigue de la vida
el latir
con un ritmo renovado y cadencioso,
o que —mayor crudeza— de golpe
se disipa ante los ojos
con tocar sólo el ideal
fantasma, fábrica del sueño;
nunca, por más que mares y montañas
se interpongan; conveniencias;
cerval miedo, inexplicable o soterrado;
indoblegable orgullo o tesón mutuo
en el absurdo o imposible
que es negarse; no,
por mucho que del alma se apodere
la probabilidad abrumadora
de estar o haber estado
absolutamente sola en la contienda,
nunca ha de ser
—aunque definitivamente
nunca pueda ser— la ilusión
triste despojo.

Hay que amar ante la misma tumba
hasta el polvo y las reliquias
de un amor,
si no es por lo que ya no es,
por lo que ha sido
y lo que ya te ha dado;
joya o alhaja singularísima
que, si es discreto, el verdadero amante
vive atesorando.



Noviembre de 2003

sábado, 1 de octubre de 2011

Cuando el amor acaba

El amor, en principio, todos podemos convenir en que es algo bastante irreal. No quiero decir que la persona que esté enamorada perciba su amor como irreal; antes al contrario, ese amor, más bien, tiende a convertirse para ella en la única realidad, lo único que de veras importa, aquello que acapara su atención y ocupa mayormente su pensamiento, lo que al despertarse cada mañana le mueve y anima y da sentido a la propia existencia.

sábado, 20 de agosto de 2011

Poema LXI

PARAÍSO DE LA INFANCIA

A Belén, en el décimo aniversario de su nacimiento.

No hay espejo ni poema,
tesoro y alegría de la casa,
bocado tierno y dulce
golosina de mamá,
que pudiera hacerte ver
toda la belleza y el candor
que desprende, amable, tu sonrisa.

Tan ocupada como estás
jugando y aprendiendo
los más simples rudimentos de la vida,
te tienen sin cuidado
el valor y la medida de las cosas;
y así, cuando me miran
como joyas brillantes tus ojitos
y te aflora de oro y rosa
la sonrisa, me regalas
sin pedirme nada a cambio
lo mejor y más precioso
para darme que tenías.

Habitante de otros mundos,
con deleite y sólo, acaso,
con un punto de nostalgia,
en los límites estrechos
de tu mundo reconozco
aún sin sombra del abismo
la pura dicha y la ilusión.

Dos extremos hay del todo,
a cuál más, hoy, imposibles:
que tú juzgues la hermosura
que te deben estos versos
y que idéntica a la tuya
yo ver pueda una sonrisa
del cristal
al mirarme en el reflejo.

Lo que te falta, alegre criatura,
y lo que habrías perdido
indefectiblemente impiden
que tengas a un tiempo y que contemples
la sonrisa del poema y el espejo.



29 de Enero - 6 de Febrero de 2003

jueves, 18 de agosto de 2011

Algo para recordar

Para mí, uno de los mayores estímulos a la hora de escribir poesía es hallar algo digno de memoria, algo que por su singularidad me parezca que merece ser salvado de las profundas e insensibles aguas del olvido.

jueves, 21 de julio de 2011

Poema XXXVIII

EXHORTACIÓN

Ávidos cuervos, al son batiente volad
de negras alas;
surcad, si os place, la misma esfera;
herid, siniestros, un punto acaso,
mi mirada,
que habréis de dar en vano el vuelo:
por más que indaguen turbios ojos
no habrán desechos ni despojos;
que Amor se ciñe a mi cuidado,
el campo ofrece cultivado,
limpio, pulcro, conservado.

Región habéis yerma y desolada;
de espinas, allí, escorias y rastrojos
haréis estéril nido:
buscad un campo adusto, yermo, abandonado;
buscad terrenos libres de dulzuras
y cuidados,
que de aquí ni en las garras
ni en el pico
podréis llevaros botín rico
ahora que Amor es mi aliado.



Junio de 1992

miércoles, 20 de julio de 2011

Perder el miedo a la página en blanco

Sólo a un poeta muy novel o a un muy espurio poeta me cabe imaginar delante de una inmaculada hoja de papel (o frente a ese simulacro de página en blanco que es la base de cualquier procesador de textos en la pantalla de un ordenador) sin saber a ciencia cierta sobre qué sujeto irá a tratar, comiéndose las uñas, rascándose el cogote, amagando con emborronar la página de un momento a otro...

lunes, 27 de junio de 2011

Poema LXIV

ELOGIO DE LA LUZ

Qué oculto designio ignoro, qué azar,
qué misterio o qué prodigio, visible
o invisible qué voluntad, qué cúmulo
o sucesión o confluencia feliz,
qué cifra necesaria, qué difícil
equilibrio hizo posible que hoy,
ente sensible, esté yo aquí, criatura
que piensa y que se asombra porque existe.

Tuvo que haber un instante primero
—único, primordial, maravilloso
aunque ajeno al dolor no fuera—,
una primera percepción,
el concebir primero de una imagen
en la mente: la claridad primera
que iluminó mi ser.

Entre este instante
y el último,
en el extremo opuesto de la vida,
¿qué habré sido? me pregunto, después
de todo; y en seguida,
distanciándose
lo justo, me responde,
muy segura y honesta, la razón:
«Un punto breve de luz
habrás sido
luciendo imperceptible
entre la inmensa muchedumbre
que oscuro puebla el firmamento;
destello efímero
para la infinitud
—para la eternidad— donde residen
por siempre, indisolubles,
el tiempo y el espacio».

Sé que ha de haber un instante preciso
en que jamás mi conciencia disponga
de un nuevo instante,
y que entonces, cuando se extinga
hasta el menor rescoldo,
de cuanto fui
no ha de quedar apenas nada:
tan solo ausencia, sempiterna
ausencia y polvo de ceniza.

Me admira, sin embargo,
y me conmueve,
aquí y ahora, constatar
—si, en efecto, es un fuego mágico
y perdurable
que a través de sí mismo en la materia
prende frágil y caduca la vida—
cómo habré sido
chispa que se convierte en débil llama,
llama que en lo interior se nutre,
y poco a poco crece, y se transforma,
y de algún modo siempre permanece
en un perpetuo —más
o menos vivo e inflamado—
afán de subsistencia o plenitud.




Viva llama que recibí un buen día
a condición de arder una vez sólo,
preciosa luz
que por mucho que brille
y se mantenga
en un soplo se apaga para siempre:
tanta fragilidad
y fugacidad tanta
no hacen
sino que se acreciente tu hermosura.



Enero – Mayo de 2005

domingo, 26 de junio de 2011

El poeta como instrumento de la creación

Cada vez que oigo a un artista, ya sea poeta, pintor, novelista, arquitecto, escultor, compositor, etc., calificarse a sí mismo como «creador» no puedo dejar de sentir un poquito de vergüenza ajena; si me paro un momento a analizarlo me parece una impudicia, una falta de rigor filosófico e intelectual, cuando no estúpida presunción, puerilidad, inconsciencia o simple vanidad.

lunes, 2 de mayo de 2011

Poema LXIX

Ángel o demonio, tierna endiablada,
adorable y sutil torturadora,
no niegas tu amistad y, a quien te adora,
prometes un infierno de agua helada.

Lo que tus labios callan tu mirada
lo entrevera, tan mansa y seductora
que, lejos de mostrarse encubridora,
toda el alma parece allí pintada.

En medio de esperanzas muy dichosas
—que luego, por mi mal, jamás concedes—
derrochas la mayor de tus mercedes

—tu sonrisa— y, a falta de otras cosas,
con tu bondad, comprensión y buen juicio
prolongas dulcemente mi suplicio.



13 y 14 de Abril de 2011

viernes, 22 de abril de 2011

El arte de no fingir

Uno de los preceptos más estimables a tener en cuenta a la hora de escribir bien poéticamente o de hacer buena poesía es saber que en este arte no caben la mentira, la falsedad ni el fingimiento. Al decir esto nos estamos refiriendo, claro está, a la poesía con mayúsculas, la de mayor aliento, la más pura y lírica, la que sirve de expresión a los más acendrados sentimientos y es capaz de reflejar, en toda su intensidad, las pasiones más bellas o, cuando menos, las experiencias más humanas.

martes, 19 de abril de 2011

Poema LXVIII

LA ILUSIÓN (DILEMA)

Stella splendens

Como recién nacida,
ignorándolo todo,
inmune al desaliento, ciega
y sorda a la razón,
semidesnuda y sin bagaje
—la cubre sólo
un dulce sueño de sábanas blancas—,
el rostro ardiente,
temblando toda de pasión y fe.


Así la miro.
Con emoción no exenta de tristeza,
su actual belleza, su ingenua hermosura,
frágil y efímera, contemplo.
Su audacia con olor
de primavera hasta tal punto
me solicita y me conmueve
que tentado estoy de olvidar
la realidad: del paso del tiempo
la infinita crueldad, cómo de crudo
es el invierno, qué difícil
de evitar es
la victoria —súbita o paulatina,
pero siempre mortal— del desencanto...
y cómo es verdad, para que el amor
perdure, que hay que renunciar
a la felicidad por siempre
y a la suprema dicha de alcanzarlo.


Como recién nacida,
inmune al desaliento,
semidesnuda,
temblando toda de pasión y fe.

Así la veo.



Febrero - Marzo de 2011