jueves, 1 de diciembre de 2011

Poema LII

SÓLO TERNURA

Como anega en el valle
la corriente caudalosa
casas, prados y arboledas
si la industria detiene
del hombre
su variable curso incesante,
así, aunque súbito,
vino a cubrir este afecto
de mi memoria el fértil valle.

Bajo las aguas sosegadas
de un dulcísimo Leteo
como sueño se esfumaron
dolor, soledad,
desconfianza, cobardía,
difícil rencor, esperanza,
pasión o deseo...


Solos tú y yo en la mañana,
viva imagen imprevista.

Y una indecible ternura
sobre las aguas en calma
de un dulcísimo Leteo.



6 de Junio de 2000

2 comentarios:

ANTONIO MARTÍN ORTIZ. dijo...

Amigo Don Carlos, Chacien,

Dejando para más tarde el comentario sobre su filosófico estudio sobre La Ternura, que, por su dificultad y extensión, requiere más tiempo y meditación, paso ahora a comentar este breve, pero denso también poema sobre La Ternura, así con mayúscula. Si uno lo lee pausadamente, y varias veces, comprueba con contundencia que La Ternura puede con todo: cuando hay Ternura, que sería el equivalente aproximado del Amor, todo lo negativo se esfuma, desaparece, sin dejar ni siquiera rastro. Creo que en estos pocos versos está bien condensada esa Realidad de que un sentimiento auténtico, si es bueno, lo viste todo de elegancia y de Felicidad. De esta forma La Ternura puede con todo, nos quita todos los sinsabores que pudieron existir. Es lo que max Scheler decía cuando se refería a la Solidaridad universal de los entes morales, en el sentido de que una acción moral buena repercute en el cosmos entero, en todos los entes con capacidad de tener Valores.

El problema está en saber si este sentimiento de Ternura abunda poco o mucho en nuestra Sociedad actual. En este sentido me temo yo que las excepciones son más numerosas que los casos de auténtica Ternura.

Mi felicitación y un abrazo, amigo mío.

Antonio

Chacien dijo...

Pues sí, amigo mío, ha dado usted con las principales claves del poema, al menos en su aspecto más general. La única posibilidad de añadir algo sería detenerse en hacer un estudio pormenorizado, verso por verso, con el fin de descubrir o resaltar algunos matices concretos, pero no es el lugar y tampoco me parece demasiado oportuno o necesario. Suscribo el comentario en su totalidad.

Coincido con usted, asimismo, en el diagnóstico poco halagüeño respecto al amor y a la ternura en nuestra sociedad moderna.

Permítame una cita de Fromm, cuyo "Arte de amar", estoy a punto de concluir:

La felicidad del hombre moderno consiste en "divertirse". Divertirse significa la satisfacción de consumir y asimilar artículos, espectáculos, comida, bebidas, cigarrillos, gente, conferencias, libros, películas; todo se consume, se traga. El mundo es un enorme objeto de nuestro apetito, una gran manzana, una gran botella, un enorme pecho; todos succionamos, los eternamente expectantes, los esperanzados (y los eternamente desilusionados).

Y también:

El hombre moderno está enajenado de sí mismo, de sus semejantes y de la naturaleza. Se ha transformado en un artículo, experimenta sus fuerzas vitales como una inversión que debe producirle el máximo de beneficios posible en las condiciones imperantes en el mercado. Las relaciones humanas son esencialmente las de autómatas enajenados, en las que uno basa su seguridad en mantenerse cerca del rebaño y en no diferir en el pensamiento, el sentimiento o la acción.

Comprenderá que, si estas son las características del hombre moderno, entre tanto egoísmo y vanidad queda poco espacio para la ternura. Lamentablemente, salvando a los elementos díscolos, rebeldes o inconformistas del rebaño (los capaces de amar), hay que ser pesimista en cuanto a cómo se viene desarrollando en su conjunto nuestra sociedad.

Gracias y un gran abrazo.