Pasaron los días de miel y de rosas.
¡Qué dulces pasaron!
Su suave recuerdo
se deshace en mi boca.
2 de Junio de 1998
Pasaron los días de miel y de rosas.
¡Qué dulces pasaron!
Su suave recuerdo
se deshace en mi boca.
2 de Junio de 1998
Además de poseer un apreciable talento para la talla en madera, como bien puede comprobar cualquiera que visite el blog de sus obras, mi padre, Serapio Hernández, es autor de un libro
donde vierte las memorias de sus años de pastor, refiriendo multitud de anécdotas, los pormenores del oficio y muchos de los usos y costumbres que imperaban en la España rural de los años inmediatamente posteriores a la Guerra Civil.
Cumplidas sus expectativas con respecto a la primera edición impresa de esta obra y habida cuenta del tiempo transcurrido (Junio de 2003), permite ahora su descarga libre y gratuita, y que se comparta (ver licencia Creative Commons) en formato de libro electrónico (ePub)
o también, para quien así lo prefiera, en formato PDF (generado automáticamente a partir del libro electrónico).
Administrador del Blog y autor de los poemas y de las entradas:
Móstoles, MadridESPAÑA
(La licencia permite reproducir los textos originales en cualquier medio digital siempre que no sea con fines comerciales, a condición de que dichos textos no sufran la menor modificación y de que se atribuyan debidamente al autor con un enlace directo hacia la entrada que corresponda o, en su defecto, hacia la página principal del Blog. Para cualquier otro uso, como sería, por ejemplo, en un medio impreso, se precisa la autorización expresa y por escrito del autor.)
Si lo deseas puedes visitar mi otro Blog dedicado a la
Allí podrás ver las magníficas tallas que ha realizado mi padre, SERAPIO, y leer los textos que yo mismo he redactado para ilustrar y acompañar a las tallas a medida que son presentadas.
Este blog debe su existencia a la gentileza de
Blogger
7 comentarios:
Brevísimo, al tiempo que nostálgico es este poema. Yo lo compararía al Catulo resignado ante la pérdida de su amor por Lesbia / Clodia, cuando, en brevísimos poemas, nos deja caer su tristeza y la imposibilidad de que las cosas sean como él quisiera.
Al igual que en el caso de Catulo, hay en este poema cierto recuerdo y sabor de lo que fue, y aún, en cierta forma, continúa siendo.
Creo, en definitiva, que es un poema optimista, a pesar de la amargura, porque sabe disfrutar de lo buenas que son las circunstancias que fueron.
Un abrazo, amigo mío
Antonio
PS.: Con poemas como éste, voy deduciendo la personalidad que tenía Vd., amigo Carlos, en sus años juveniles, y llego a la conclusión de que con el paso de los años no ha perdido Vd. absolutamente nada de la lozanía y optimismo de los años previos.
No es casual, amigo Antonio, que haya publicado este poemita inmediatamente a continuación de la explicación a "Los adioses"; en realidad se trataría de una variación sobre el mismo tema (en este caso escrita con anterioridad), en donde el sentimiento de nostalgia y el poder de evocación se convierten en algo positivo por mor de la voluntad del amante que se complace en revivir aquello que fue para que, de algún modo, como usted bien dice, aún siga siendo.
Reciba un gran abrazo.
P.D.: Es posible que conserve algo de la lozanía y el optimismo de mis años juveniles: el espíritu no siempre envejece a la par que el cuerpo; en ambos sentidos, es decir, se puede envejecer prematuramente en un cuerpo joven y mantener un espíritu juvenil en un cuerpo viejo. Dos cosas hay, sin embargo, que una vez perdidas (tal vez esté usted de acuerdo conmigo) no se recuperan jamás: el pelo y la inocencia.
Amigo Don Carlos,
Creo que en mi segundo comentario al Poema LXII he dado también, aún sin pretenderlo explícitamente, contestación al suyo en este breve poema.
Añado a lo ya dicho que Vd. tiene la gran ventaja de ser capaz de darles carácter de Eternidad a los momentos pretéritos de la Vida que fueron satisfactorios, la Presencia del Amor en este caso.
Como dijo otro Filósofo Griego, Protágoras en este caso, las cosas no son "en sí", sino que son "para nosotros", porque el hombre es la medida de todas las cosas, de las que son en cuanto que son, y de las que no son, en cuanto que no son.
Creo que es Platón, en el Teeteto, el que nos transmite tal información sobre Protágoras.
Y, si no le importa, aproveche Vd. un momento para leer a ese desconocido para Vd. que es Parménides. Estoy seguro de que le va a gustar. Lo puede encontrar en Castellano, en Los Presocráticos, de la BIBLIOTECA CLÁSICA GREDOS.
Coincido con Vd. en el pensamiento de que la Juventud y la Edad no tienen por qué ir juntas o paralelas: yo, por ejemplo, con unos cuantos años más que Vd, me considero un joven, eso sí, sin pelo y con la Inocencia algo difuminada, porque, de haber retenido esta última, a mi edad, más que de Inocencia, tendríamos que hablar de Infantilismo.
Le envío un gran abrazo,
Antonio
Muchas gracias por su referencia, amigo Antonio, intentaré hacerme con un ejemplar de Parménides para poder leerlo.
Doy fe de su espíritu juvenil y de su generosidad por lo que he podido apreciar desde que le conozco.
Un abrazo, nuevamente.
Amigo Carlos, muchas gracias por la valoración que hace Vd. de mi Espíritu. Como sé perfectamente que Vd. suiempre dice lo que piensa, tomo nota de ello, y le agradezco sinceramente que me haya quitado de encima unas décadas.
Le envío un afectuoso saludo,
Antonio
Si simpatizo con usted es precisamente porque me gusta ese espíritu que tiene: como le he dicho en otro lugar, hay que arrimarse siempre a las personas de alma joven por si se te pega algo.
Saludos cordiales.
Lo importante es que se le pegue a uno lo que de bueno y mejor tienen otros. También a mí se me pegan muchas cualidades de Vd. Si quiere que le diga la verdad, no he conocido en el mundo a ninguna persona tan rigurosa y tan exigente a la hora de emitir opiniones y de escribir como Vd.
Le envío un abrazo, un abrazo de rigor.
Antonio
Publicar un comentario