lunes, 22 de marzo de 2021

Poema XXIX







A Álex.





Es joven, y el negro de su veste
de invierno quizá la envejece de
manera inapreciable.

De los miles de pies pese a
la suciedad la goma reviste
del suelo la superficie con
miríadas de circulares
protuberancias

Blancas sus manos sujetan el bolso
(negro) sobre el regazo.

Son cómodos estos asientos,
y blandos

Cara a cara, muy de cerca,
hablamos, conversamos,
estamos

A pesar de que aquí abajo
—entresijo subterráneo—
no es de día ni es de no-
che, fuera sé que está
el sol brillando.

Sus dedos blancos, sus blancos
dedos (¡jóvenes manos y finas!)
ágilmente se enredan y enredan
del bolso negro correas negras.

El vagón no va vacío.
Nosotros vamos hablando.
No va muy lleno el vagón.

Fluorescentes blancos dan,
nos dan, luz blanca y
abundante.

Sin cesar hablamos (pelo oscuro
ensortijado), conversamos, dia-
logamos, y sus dedos blancos
negras correas enredan y enre-
dan.

Al cambio de vagón
estábamos de pie.
Poco tiempo,
así es

—Yo me fijo en los ojos y en
las manos (por eso Napoleón)
para saber

—¿Cómo las manos?

—Apariencia circunspecto pero
no serio seguro sin miedo o
tranquilo pero no se descubre
por las manos Tú ahora con el
bolso ella cómo enredas
asiente a veces también de
ya la pierna el comprende
temblequeo o. No es como se
aparenta

—¿Pensarás no que yo? Si lo
hago siempre... es que muy
nerviosa soy ¿No pensarás
que ahora yo?

—¿Yo? No...

¿Yo?

Nooooooo...



4 de Julio de 1990

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