SOLEDAD AMANTE
Mientras te habito,
esposa y fiel amante,
luz y daño, sombra y gozo,
dulcemente, se reparten.
Mi corazón
tan pronto, cruel, has roto
simulando un abandono,
como al poco lo has llenado,
tierna y nutricia,
límites traspasando
—si límites él tolera,
de sí libre, enajenado—
con tu fingido
regreso y tu presencia.
Septiembre de 1994