domingo, 1 de mayo de 2016

Poema XXXVII

ELEGÍA A LA MUERTE DE UN SUBALTERNO, ACAECIDA EL DÍA 1º DE MAYO —FESTIVIDAD DE TODOS LOS TRABAJADORES— EN LA REAL PLAZA DE LA MAESTRANZA DE SEVILLA







Con el corazón partido
«como un libro
abierto».



Dicen que entró
con el corazón partido,
sin aliento, yerto,
por el asta fina
de un gran toro
negro.


Digo que dejó esta vida
bajo un Sol tan pleno,
que en la tarde clara
coruscante un cielo
oscuro el tono
de su terno de torero
repintó dorado,
esplendente, nuevo,
en las mentes —ojos
que retienen crédulos
la verdad que vence
sobre el ruedo
cuando cruzan resplandores
gloria y cielo—.






(Le vi subir así,
la gravedad venciendo,
con el pitón fundido
en el costado
incierto. Sus cabellos
traslucir
soleado un
acento
de crispada sacudida.
Y vi —crítico instante—
viva
su lengua salir
del afilado encuentro
como queriendo huir,
del enraizado centro
no
pudiéndose evadir.)



Este toro fue lidiado,
y el siguiente en el festejo;
en la tarde de este modo
ambas suertes se fundieron:

idéntico tributo,
hombre y bruto,
noble y diestro,
se rindieron.

Al filtrarse la noticia
han cesado los toreros.

En las gradas la quietud
se hace cargo del suceso.

Poco a poco la evidencia
planta un trono de silencio...





OVACIÓN ÚLTIMA

El clarín plañó
con su son postrero

Su lamento agudo
penetró el silencio

El clarín torero
penetró el silencio

Pocos compases

Sólo el clarín


Ya

Las palmas suenan

Callan los labios

Las palmas suenan

Todo el mundo en pie

Las palmas suenan

Amortiguadas suenan

La plaza en pie

Y un palomar revuela

Un palomar se riza

En la plaza

Las palmas suenan



Amortiguadas



1 de Mayo de 1992


  1. Me parece oportuno aclarar que en absoluto soy una persona aficionada a los toros, ni tampoco antitaurina. El poema fue escrito casualmente y como consecuencia de la intensa conmoción que me produjo presenciar la sobrecogedora escena que en él se describe, con la verificación de su fatal desenlace, por televisión. Creo recordar que mi padre estaba viendo la corrida y yo me hallaba haciéndole compañía frente a la pantalla cuando fui testigo —crudamente y sin previo aviso, como suele ocurrir en tales ocasiones— del trágico suceso.
  2. Desde el instante mismo de su gestación, en mí ha prevalecido la voluntad de no mencionar de manera explícita en el poema a la persona que perdió la vida aquel primero de Mayo, pero no me importa apuntar aquí, en nota aparte, que dicha persona, a quien en cierto sentido y de manera indudable rindo homenaje, era conocido en el ámbito taurino como Manolo Montoliú.
  3. Con una calidad que deja bastante que desear, dejo aquí un fragmento de la transmisión efectuada por la 2 de Televisión Española donde se aprecia el momento crucial de la cogida: Vídeo de la cogida.
  4. Y, por último, una instantánea que capta a la perfección (valga la redundancia) el «crítico instante»

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