lunes, 21 de marzo de 2016

Poema LXV

A Miriam






Perro puedo ser airado y rabioso
ladrando al sol, a solas, o a la luna;
lamiendo mis heridas una a una,
ser el can más doliente y más quejoso;

mas no has de ver mi estado lastimoso,
ni oír palabra enojosa, ni importuna
protesta de mis labios, ni ninguna
prueba más de que al cabo estoy celoso.

Mi amor —que es orgulloso, pero humano—
condena tu desvío y pone en mí
la culpa por no haberte pretendido;

atento a la verdad, ha enmudecido:
no puede reclamarte para sí
ni como el perro ser del hortelano.



1 de Diciembre de 2006

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