viernes, 30 de agosto de 2013

Poema XLIX

Mi esfuerzo todo sé que ha de ser vano:
nada escapa al zarpazo de la muerte:
esquivarla es capricho de la suerte
que te deja más tarde o más temprano.

Morirá cuanto salga de mi mano;
un día yacerá la Tierra inerte,
y aun ni el vasto Universo será fuerte
a resistir su empuje soberano.

Por más que la guardaseis como a esencia
no quedará de mí ni la memoria.
Subsisto, pese a todo, y no derramo

ni una gota del don de mi existencia
—cualquier otra razón es accesoria—
mientras procuro aquello que más amo.



30 de Noviembre de 1998

2 comentarios:

ANTONIO MARTÍN ORTIZ. dijo...

Es lo incomprensible de la vida: que la muerte es una parte de ella; pero no deberíamos preocuparnos tanto, porque, como ya se viene diciendo desde que Grecia era un país floreciente, sin que hubiese intervenido la maldita Troika, cuando estamos nosotros, no está la muerte, y, cuando está la muerte, ya no estamos nosotros.

De la misma forma que sólo se conoce lo que es la salud cuando ésta se aleja de nosotros, sólo se conoce realmente lo que es la vida cuando ésta da los primeros síntomas de querer desprenderse de nosotros.

Nostálgico y realista poema es este que nos presentas hoy, amigo Carlos.

Mi Felicitación por el poema, y mi admiración por Mónica.

Antonio

Chacien dijo...

A mí no me parece que la muerte sea lo incomprensible de la vida, sino su consecuencia más lógica. Podría decirse que lo que define más universalmente a un ser vivo es el hecho de que necesariamente, tarde o temprano, tiene que morir. Otra cosa es que para nosotros, seres privilegiados capaces de tener conciencia de ese común destino, semejante verdad sea algo más o menos difícil de reconocer y de asumir.

Percibo en tus palabras un rastro muy diáfano de la grave experiencia que te tocó vivir hace bien poco; ello le confiere a tu juicio sobre lo que es la vida una cierta autoridad que yo, desde luego, no me atrevería discutir. No obstante, viendo el lado positivo de las cosas, espero que dicha experiencia, una vez pasado el susto, te haya servido para valorar (amar) todavía más todo lo que tienes, lo que aún te queda, que no dudo será mucho.

Recibe un fuerte y fraternal abrazo, amigo mío.