domingo, 2 de octubre de 2011

Poema LXII

LOS ADIOSES

Triste un poso de amargura
no ha de ser, no,
el despojo
de una imagen bienamada.

Nunca la ilusión
que el tiempo y la distancia
poco a poco desvanecen
porque sigue de la vida
el latir
con un ritmo renovado y cadencioso,
o que —mayor crudeza— de golpe
se disipa ante los ojos
con tocar sólo el ideal
fantasma, fábrica del sueño;
nunca, por más que mares y montañas
se interpongan; conveniencias;
cerval miedo, inexplicable o soterrado;
indoblegable orgullo o tesón mutuo
en el absurdo o imposible
que es negarse; no,
por mucho que del alma se apodere
la probabilidad abrumadora
de estar o haber estado
absolutamente sola en la contienda,
nunca ha de ser
—aunque definitivamente
nunca pueda ser— la ilusión
triste despojo.

Hay que amar ante la misma tumba
hasta el polvo y las reliquias
de un amor,
si no es por lo que ya no es,
por lo que ha sido
y lo que ya te ha dado;
joya o alhaja singularísima
que, si es discreto, el verdadero amante
vive atesorando.



Noviembre de 2003

11 comentarios:

ANTONIO MARTÍN ORTIZ. dijo...

Amigo Don Carlos, Chacien,

Después de haber leído y meditado este poema repetidas veces, por fin me atrevo a comentar algo de él, eso sí, sin haber leído su explicación posterior sobre cómo debe interpretarse este poema, para que lo que yo veo y percibo en él no quede contaminado por lo que, con posterioridad, Vd. ha explicado, procurando con ello que mi interpretación sea la mía, sin que haya sido influenciada por lo que Vd. con posterioridad nos ha explicado.

Creo que este poema es un Canto a la Eternidad del Amor, amor que fue intenso en su momento, pero que puede haber ido alejándose físicamente, bien con el paso del tiempo y el devenir de las circunstancias, por simple desgaste, o bien por la interrupción brusca por parte de uno, o una, de los que lo comparten –Aquí tendríamos el Desamor de Ramon Llull-; o bien por el hecho natural de la muerte de alguien Amado.

Aboga Vd., amigo Carlos, por la permanencia eterna del sentimiento ese que fue, y tiene que continuar siendo, a pesar de todas las circunstancias.

En este sentido Vd. concibe, en su Poema, el Amor como El Ser de Parménides, el gran Presocrático, que definía al “Ser” [Τὸ ὅν] como eterno, inmutable, estable, único, incorrptible, es decir, con las mismas características que los Cristianos posteriores definieron a su Dios. En este sentido El Amor sería Dios mismo, como seguramente han dicho alguno de sus preferidos, los de Vd., Don Carlos, como San Agustín, o San Juan de la Cruz entre otros.

Le envío, amigo mío, mi admiración, y un gran abrazo,

Antonio

Chacien dijo...

No sé si a estas horas, querido amigo, habrá leído ya la explicación que yo le he dado al poema. Lo cierto es que en el preámbulo de dicha explicación introduzco una cita de Montaigne que me viene a las mil maravillas para expresar lo que me sugiere su comentario, a saber, que «El lector capaz descubre a menudo en los escritos ajenos otras perfecciones que las que el autor ha puesto y advertido en ellos, y les presta sentidos y aspectos más ricos». Por consiguiente, es obvio que yo no estaba pensando en Parménides (entre otras razones porque no lo he leído, y menos en su lengua original) a la hora de redactar el poema "Los adioses" y que usted viene a enriquecer su lectura con una muy estimable interpretación, que, dicho sea de paso, me complace en gran medida.

En cuanto a si Dios es amor no me cabe la menor duda: si hay un Dios tiene que tener su fundamento en el amor, no en la tortura y la persecución inquisitorial ni el del odio visceral de los talibanes (por poner sólo dos ejemplos, uno del pasado y otro de plena actualidad), es decir, no puede ser un Dios basado en el odio, la imposición o la intolerancia.

Tenga en cuenta que, no obstante, pese a mi afinidad con los autores que usted ha nombrado y cierta vena de misticismo que pueda haber en mi obra, este poema en concreto fue inspirado por una mujer de carne y hueso por la cual sentía un amor no exento del aliento de Venus. Así pues, se trataría de una reacción a la tristeza que su pérdida me estaba ocasionando. Lo que digo en el poema quizá valga para todo el mundo, pero me lo estoy diciendo, en primer lugar, a mí mismo, soy yo mismo el que intenta consolarse de dicha pérdida, y, siendo honesto, puedo asegurarle, al menos en lo que a mí respecta, que el poema cumplió y sigue cumpliendo este objetivo.

Gracias y un fuerte abrazo.

ANTONIO MARTÍN ORTIZ. dijo...

Amigo Carlos,

Creo que en el comentario que le he hecho en el texto en el que nos da la fórmula para interpretar este poema he contestado en buena parte a lo que Vd. plantea en su comentario.

Sólo debo añadir a mi comentario que he percibido que el poema en cuestión no es un puro ejercicio literario, sino que es una experiencia vital, y que cumplió su función de catarsis.

Tenga Vd. en cuenta que la auténtica Literatura de Calidad es aquella que tiene como fondo o motivación alguna vivencia de la vida del autor. Lo que pasa es que muchas veces desconocemos la fundamentación real de muchas cosas de las que leemos.

Y ahora le voy a hacer una confidencia: yo mismo tengo en mi ordenador una buena cantidad de escritos, en prosa siempre, referidos a una mujer "de carne y hueso", que representó un papel importante en mi vida, pero que, en un momento determinado, dejó de representarlo, porque ella no fue receptiva a la invitación que de la forma más delicada le hice.

Fue un trance difícil en mi vida, pero ahora sólo me queda el Recuerdo, que no el Amor, porque en su momento llegué al convencimiento de que "ella no era merecedora de ese Amor que yo intenté alimentar".

Le envío, tras estas confidencias, un gran abrazo,

Antonio

Chacien dijo...

No soy la persona más adecuada para emitir juicio alguno sobre la calidad de mi poesía; lo que sí puedo asegurarle es que todos mis poemas tienen como fondo o motivación alguna vivencia mía, como, por otra parte, ya lo afirmo y usted tuvo ocasión de leer en la sección acerca de... de este mismo espacio. Yo jamás escribo poesía como un mero ejercicio literario.

Parece que en el fondo nuestras posturas se van acercando, pues confiesa que aún guarda el recuerdo de un amor pasado: piense que lo que permanece en el recuerdo, lo que aún no se ha olvidado, no está muerto del todo, así que la mayor diferencia entre usted y yo estribaría en el modo en que nuestra voluntad esta dispuesta a aceptar lo sucedido en el pasado y convivir con ello.

Curiosa manera de compartir confidencias: sólo quedan al alcance de unos cuantos cientos de millones de potenciales lectores, aunque ese número se reduzca inmensamente en la práctica.

Saludos muy afectuosos.

ANTONIO MARTÍN ORTIZ. dijo...

Amigo Carlos,

Me encanta el párrafo

lo que permanece en el recuerdo, lo que aún no se ha olvidado, no está muerto del todo

pensamiento que está recogido en la cabecera de mi blog, cuando digo

Recojo y comparto la frase, más optimista, de mi amigo Carlos Hernández, Chacien: ”Lo que en verdad mata es el olvido”.
No es mi caso, porque yo, estas cosas, no las olvido.


En cuanto al tema de compartir de forma pública Intimidades, soy de opinión de que, cuando se tienen ya algunos años, uno está un poco de vuelta de muchas cosas, y, como no tiene nada que ocultar, porque se siente orgulloso del curso de su vida, no hay problema alguno en que los demás interpreten lo que les apetezca. Además, como nunca me he dedicado a la Política, no tengo nada que ocultar.

Le envío un gran abrazo,

Antonio

Chacien dijo...

Me encanta que le guste esa frase en concreto, cuando publique el soneto original al que pertenece usted ya tendrá parte del camino andado para su mejor disfrute y comprensión: de momento le adelanto que dicho soneto se titula "La cierva herida" y que es uno de los poemas más trabajados, uno de los que más me ha costado, si no el que más, de todos los que he escrito.

Ahí va otro abrazo, amigo Antonio.

ANTONIO MARTÍN ORTIZ. dijo...

A la espera estoy, amigo Carlos, de La cierva herida, como puede imaginarse.

Pienso yo que todos, de una forma u otra, conservamos alguna herida en nuestro interior, que, por lo general, debe estar ya cicatrizada.

Un abrazo,

Antonio

Anónimo dijo...

Generosidad y mesura en tu poema, estoy de acuerdo en que hay que quedarse siempre con lo bueno pero también aprender de lo malo, si amaste a esa persona, hay que respetar su recuerdo, siempre lo hago, fundamentalmente porque me nace de dentro, el rencor no me habita, diría que ni tan siquiera me roza, corroborarían lo que digo, cualquiera de los hombres que me han amado.

Me ha gustado muchísimo este poema.

Un beso

Chacien dijo...

Permíteme que te felicite, esa actitud que describes me parece de lo más idónea y ventajosa, porque el rencor es como un gusano de energía negativa que te corroe por dentro, el cual borra todo lo positivo que pudiera haber ocurrido en una relación y se complace sólo en el deseo de hacer daño. Quien vive presa del rencor no suele caer en la cuenta de que con todo su odio el mayor daño se lo está haciendo a sí mismo, que el primer y mayor perjudicado viene a ser él.

Felicidades por tu modo de amar.

ANTONIO MARTÍN ORTIZ. dijo...

Amigo Don Carlos,

Leo su comentario sobre el rencor, publicado a las 20:08 y no puedo abstenerme de decirle que es Vd. un hombre con unos pensamientos muy sanos y muy útiles, además de muy sensatos, que yo comparto en su totalidad en este caso concreto.

Que tenga Vd. buenos sueños, y saludos también para su padre, Don Serapio.

Antonio

Chacien dijo...

Si comparte esto que digo será porque es usted un hombre con unos pensamientos muy sensatos, útiles y sanos, amigo Antonio.

Gracias, y tenga usted, igualmente, unos muy felices sueños.